sábado, 20 de agosto de 2011

¿REALIDAD LITERAL O CONNOTADA?

Una fotografía puede constituirse como un mensaje en la medida en que su estructura y la utilización de códigos sea común, si bien no a la población universal, sí a cierto grupo quienes la interpretan de manera denotada y connotada. Esto es en sí el sentido de la fotografía y en general de cualquier mensaje.

Para hablar de fotografía hay que diferenciar varias clases: la primera es la denominada fotografía artística o estética que es en su mayoría subjetiva donde el autor plasma una idea abstracta para que sea decodificada y por tal motivo connotada. Por otra parte está la fotografía periodística que es un reflejo de la realidad literal, es objetiva y generalmente transmite un mensaje, una idea. En ella el autor plasma una secuencia de realidad, no necesita de esteticismos porque se trata de dar un significado denotado de manera que sea fácil interpretarla.

Según Roland Barthes el conjunto del mensaje en una fotografía periodística está constituido por una fuente, un canal y un medio; pero también advierte que una imagen no es sólo un mensaje sino una estructura autónoma que antes de ser vinculada con otros elementos se debe analizar de manera individual para captar su esencia. cualquiera sea el origen y el destino del mensaje, la fotografía no es tan sólo un producto o una vía, sino también un objeto dotado de una autonomía estructural. Sin pretender en lo más mínimo separar este objeto de su uso, es necesario prever en este caso un método particular, anterior al análisis sociológico mismo, y que no puede ser sino el análisis inmanente de esa estructura original que es una fotografía”. [BARTHES, Roland. El mensaje fotográfico].

Apliquemos lo anterior a la siguiente fotografía:

En primer plano vemos a una niña atrapada en un pantanal. Se nota su padecimiento por las marcas de heridas en la mano que se sostiene de un tronco que le sirve también de apoyo para no hundirse; además las ojeras y las pupilas dilatadas dan cuenta de que lleva por lo menos más de uno o dos días atrapada en ese lugar. Ese es el mensaje primario, el denotativo; pero el mensaje connotativo se daría a partir de la interpretación que cada persona le dé a la imagen, como por ejemplo el por qué está allí atrapada, qué pudo ocasionar que la niña quedara sumida en ese charco, en qué lugar ocurrió, en qué época, quién es la niña, etc. Cabe destacar además que mientras más se demore el receptor en percibir el mensaje denotativo surgirán entonces más mensajes connotativos

Ahora bien, ya tenemos el mensaje denotado, lo que para todos es común, lo que todos vemos a primera vista; pero al observarla detenidamente surgen varios interrogantes y de ahí la premisa que una fotografía es una estructura autónoma, más no aislada; que se comunica según Barthes con otra estructura que es el texto, hablando puramente de la fotografía periodística.

Siguiendo con el ejemplo de nuestra fotografía el autor no especifica en ella, es decir, no crea códigos de ubicación, de tiempo, de identidad, etc. Eso se vería evidenciado en el texto que acompañaría la imagen que serviría de complemento además para que el mensaje sea del todo denotativo y sea común a todos los que perciban la fotografía.

Así entonces sólo quien vive en Colombia sabe que en 1985 ocurrió una tragedia en un pueblo llamado Armero que quedó sepultado por una avalancha volcánica proveniente del Nevado del Ruíz. Sabe además que la niña se llama Omaira Sánchez quien fue descubierta por el socorrista de la Cruz Roja Jairo Enrique Guativonza, en la tarde del jueves 14 de noviembre, casi 20 horas después de que Armero fuera sepultada. Desde ese momento todos los medios de comunicación centraron su interés en ella y fue así como Omaira se convirtió en el símbolo de la tragedia de Armero y pese a su fallecimiento sin poder ser rescatada del lodo es considerada hoy por hoy como un ejemplo de valentía, de firmeza, de nobleza, de apaciguamiento. Algo así fue lo que publicaron los medios de comunicación en ese tiempo acompañando obviamente el texto con la fotografía de Omaira Sánchez y su tragedia.

Barthes tiene una explicación bastante razonable para este caso: la estructura de la fotografía no es una estructura aislada; se comunica por lo menos con otra estructura, que es el texto (título, leyenda o artículo) que acompaña toda fotografía periodística. Por consiguiente, la totalidad de la información está sostenida por dos estructuras diferentes (una de las cuales es lingüística); estas dos estructuras son concurrentes, pero como sus unidades son heterogéneas, no pueden mezclarse; en un caso (el texto) la sustancia del mensaje está constituida por palabras; en el otro (la fotografía), por líneas, planos, tintes.” [BARTHES, Roland. El mensaje fotográfico]. Pero advierte además que antes de utilizar los dos recursos de manera mezclada, es necesario agotar primero los recursos del análisis individual de cada estructura y así se podrá comprender cómo se complementan. “Antes, la imagen ilustraba el texto (lo hacía más claro); hoy en día el texto hace más pesada la imagen, le impone una cultura, una moral, una imaginación; antes había una reducción del texto a la imagen, hoy, una amplificación de una a otra: la connotación ya no se vive más que como la resonancia natural de la denotación fundamental constituida por la analogía fotográfica. Nos encontramos pues frente a un proceso caracterizado de naturalización de lo cultural”. [BARTHES, Roland. El mensaje fotográfico].

Después de analizar por separado las estructuras de la imagen y el texto y haber comprendido su esencia, es decir, la relación que existe entre ambos ya no queda más espacio para connotaciones porque el texto mismo es un proceso de connotación que aparentemente participa y sirve de apoyo en la denotación de la imagen; aunque “A veces, la palabra puede también llegar a contradecir la imagen de modo de producir una connotación compensatoria” [BARTHES, Roland. El mensaje fotográfico]. Esto es a lo que Barthes llama la paradoja fotográfica ya que el código de connotación es histórico y cambia de sentido según el saber o la situación cultural del lector.

Bueno, todo lo anterior en cuanto a la interpretación que da una persona a una imagen ¿pero qué hay cuando las interpretaciones y posiciones son impuestas? Esto sucede frecuentemente en medios masivos de comunicación como la televisión, la radio o la prensa que a veces condicionados por intereses económicos o políticos traspasan toda ética profesional con tal de imponer una ideología que aparentemente es la propia del medio; pero que tras bambalinas es una ideología de un ente bastante poderoso.

Pensemos y ubiquémonos nuevamente en la tragedia de Armero aquel año de 1985. El socorrista de la Cruz Roja descubre a Omaira, inmediatamente los medios de comunicación buscan ser los primeros en cubrir la noticia; la primicia se la lleva televisión española (tve), se crea todo un espectáculo sensacionalista que busca aparentemente dar a conocer la tragedia de Omaira; pero en realidad lo que se busca es vender una noticia que en vez de ser humanizada es comerciada como mercancía.

Mientras los bomberos tratan de liberar a Omaira con motobombas que succionan el agua que la tiene atrapada, los mass media la atacan con cámaras, grabadoras, fotos, preguntas y es así como una tragedia de gran magnitud como una avalancha volcánica que sepultó a un pueblo entero queda reducida a una niña que lo único que quería era enviar un mensaje a sus familiares no pensando que tal vez ellos no estarían viendo televisión española.

Generalmente los mensajes transmitidos por los mass media son a simple vista denotativos, sería lo ideal; pero se han encargado de hacer de la información y la comunicación misma algo tan abstracto que hay que analizar, descifrar e interpretar cada mensaje que nos llega para darnos cuenta de que los medios manipulan el mensaje de manera tal que el receptor capte lo que estos quieren que capte. Frente a esto Umberto Eco se pronuncia de la siguiente manera: es lícito pensar que los medios de comunicación serían medios alienantes aunque pertenecieran a la comunidad”. [ECO, Umberto. Para una guerrila semiológica].

Sin embargo, la idea de que el medio es el mensaje es algo que gradualmente va perdiendo sentido ya que un mass media necesita de un código, una fuente, un emisor y un recpetor para enviar un mensaje; entonces el medio por sí solo no es el mensaje. Un mass media al igual que una fotografía está estructurado por varios componentes autónomos que se relacionan sirviendo de complemento para construir el mensaje; está en manos del receptor la manera de interpretarlo. La cadena comunicativa presupone una fuente que, mediante un transmisor, emite una señal a través de un canal. Al extremo del canal, la señal se transforma en mensaje para uso del destinatario a través de un receptor. Esta cadena de comunicación normal prevé naturalmente la presencia de un ruido a lo largo del canal, de modo que el mensaje requiere una redundancia para que la información se transmita en forma clara. Pero el otro elemento fundamental de esta cadena es la existencia de un código, común a la fuente y al destinatario. Un código es un sistema de probabilidad prefijado y sólo en base al código podemos determinar si los elementos del mensaje son intencionales (establecidos por la fuente) o consecuencia del ruido”. [ECO, Umberto. Para una guerrila semiológica].

Sólo cuando se establecen los códigos precisos la comunicación es directa y el mensaje es transmitido sin ambigüedades; pero cuando se trata de una comunicación estética el mensaje es abstracto para que quien lo interprete tenga la oportunidad de utilizar diferentes códigos dependiendo de la obra, el lugar y su conocimiento del mundo. Aunque Eco advierte que en los mass media existe ambigüedad: Si en la comunicación cotidiana la ambigüedad está excluida y en la estética es por el contrario deseada, en la comunicación de masas la ambigüedad, aunque ignorada, está siempre presente.” [ECO, Umberto. Para una guerrila semiológica].

Teniendo en cuenta lo anterior partamos del hecho que el medio no es el mensaje, sino que dicho mensaje necesita de un código para ser transmitido; además la constante variabilidad de interpretaciones que pueda tener un mensaje es la ley principal de los medios de masas.

Aplicando todo esto sobre el ejemplo de la fotografía se concluye que por más denotada que se presente una imagen (en este caso periodística) siempre necesitará del texto para complementarla; es decir, que una fotografía por sí sola y por más explícita que sea no es en esencia absoluta el mensaje porque necesita un código (en este caso el texto) para ser transmitido. Por otro lado también cabe decir que por más denotada que sea una imagen y dependiendo de los códigos utilizados por el receptor la interpretación varía; es decir, el mensaje denotado se vuelve connotado.

Ahí está Omaira esperando a ser descifrada; tal vez sea cierto lo que dicen los mass media que nuca desesperó, que sólo quería enviar un mensaje y fue escuchada, murió tranquila y satisfecha. Pero a decir verdad la fotografía no nos muestra eso, sino que nos muestra a una niña que padece el horror de quedar atrapada en un charco, que sucedió en medio de una tragedia por las heridas en su mano y el color grisáceo de las mismas además de los objetos a su alrededor como restos de prendas y el lodo mismo; su mano sujeta débilmente un tronco que si no hubiera estado allí la niña no hubiera encontrado dónde apoyarse y como consecuencia terminaría hundida. Sus ojos demuestran tristeza, derrota; sus ojeras y pupilas dilatadas demuestran cansancio, el paso del tiempo y la espera de la niña a ser rescatada o morir ahogada.

Eso es lo que me dice a mí la fotografía ¿pero qué te dice a ti? La conclusión simplemente es que un medio de comunicación nos muestra un mensaje denotado o connotado y que si bien nosotros (el receptor) no podemos controlar el medio, sí podemos controlar el mensaje hasta el punto de modificarlo; esto es interpretarlo de otra manera acorde con el código que se utilice y el conocimiento que se tenga del mensaje.

La esencia del mensaje sea cual sea su origen radica en la interpretación única del receptor. En manos de nosotros está entonces recibir ese mensaje de manera literal (denotada) o interpretarlo de acuerdo a nuestro gusto (connotada).

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