Tu nombre es importante, tanto, que quedó grabado en mi
memoria desde el primer día que lo mencionaste.
Te bauticé amor mío, para siempre. Por eso tu nombre es
importante. Lo he escrito en todas partes, con tinta, con sangre, con risas,
con llanto, con pudor y desespero.
Tu nombre es importante, pero hoy parece ausente; olvidado
en la distancia, en el silencio, en la indiferencia.
Tu nombre es importante. Siempre sabe atravesarse en mi
mente con fuerza, tanta, que hiere letalmente. No sé a dónde te has ido, en
dónde te has escondido; pero tu nombre sigue siendo mío.
Tu nombre es importante, por eso hoy saldré a buscarte, a
renombrarte como el amor de mi vida. Te diré que te amo con desespero; te
mostraré que no hay camino que nos separe, pues nuestras vidas se volvieron una
desde el instante en que te llamé amor mío.
Tu nombre es importante, aunque yo ya no te importe. Aunque
nunca te vuelva a ver y te desdibujes con el tiempo, siempre te amaré como amo
tu nombre que para mí será siempre importante.
Aunque yo ya no te importe y hayas lapidado mi amor, seguiré
pensándote, esperando tu regreso, no importa que sea eterno.
Tu nombre será importante más allá de la muerte, el cielo o
el infierno. Tu nombre será por siempre mío. Al menos déjame quedarme con él y
así no sabrás más de mí.
Tu nombre es importante, aunque tú y yo estemos
muertos.