domingo, 20 de junio de 2010

GENTE


En este día frío, mientras saboreo un café y escucho algo de poesía hecha canción; observo el humo que sale del vaso y me pierdo en él, me voy volando y me esparzo en el aire. Guardo silencio porque en medio de soledades es difícil hablar, me paso las horas pensando, suspirando, llorando, añorando, maldiciendo...

Me maldigo a mí mismo por ser como soy, maldigo al mundo por ser como es, maldigo a la gente por ser gente, gente sin alma, gente sin vida, gente en medio de la demás gente, gente que odia, ama, grita, llora, insulta, observa, calla, miente, habla, ríe, camina, se detiene, vuelve a caminar... al fin y al cabo son gente y yo un ente, un alma en pena, vagabundo, triste y solitario pero igual soy gente que a veces se mezcla con otra gente o a veces se aleja de la demás gente, o a veces ni siquiera soy gente.

Prefiero no ser gente, no ser alma, no ser nada antes que ser como toda la gente que sólo piensa en acabar con la otra gente, que siempre está atacando, ofendiendo, buscando la manera de suprimir al otro. Entonces pienso ¿de verdad así es la gente? y es ahí donde me mareo, me dan náuseas, resbalo, caigo y nadie me puede atajar...

Prefiero que me reciba el suelo a que me reciban manos en las que no confío, manos que son toscas, feas, manos que hacen daño, que trituran, que golpean, que masacran, que ahorcan, que asesinan, que traicionan... No quiero que me toquen esas manos, no quiero que me contagien, no quiero que me maten.

No soy ese tipo de gente y por eso es que camino solo, a contracorriente. Guardo silencio ante la mirada acusadora, oculto mi rostro ante la arrogancia, escondo mis manos frente a la traición, cierro mis ojos ante la realidad y es entonces cuando veo todo más claro...

La gente sigue siendo gente pero transparente, es gente que no ofende, es gente que sonríe, es gente que camina, es gente que tropieza y se vuelve a levantar... Con mis ojos cerrados me dejo caer porque sé que al final me atajarán manos suaves, limpias, confiables; son manos de ángeles que disfrazados de gente vagan por el mundo atajando gente, están ahí para levantar o caer con la gente; nadie los ve porque ellos no son gente, sin embargo están ahi presentes con su mirada transparente...


Aunque cuando abro los ojos ya no están, todo vuelve a ser igual y la gente vuelve a ser gente y siento miedo nuevamente porque me siento solo en medio de un mar de gente que camina de frente y no se detiene, gente que no mira a los ojos, gente que no comprende, gente que miente, es gente que ofende...

Vuelvo a cerrar otra vez los ojos y he decidido no voverlos a abrir porque la realidad verdadera se ve mejor con los ojos cerrados, es mejor no mirar por fuera para poder ver por dentro, pero dentro de mí que sigo siendo gente que no miente, no ofende, no castiga, no acusa, no muerde, no habla... Soy yo, ese tipo de gente que ataja, levanta o cae con otra gente y nunca camino de frente porque tropiezo frecuentemente; pero ahora con mis ojos cerrados ya no temo tropezar y caer.

Ahora me dejo caer porque tengo la certeza de que abajo estaré yo mismo esperando para levatarme, brindarme una mano amiga y así seguir caminando entre la demás gente, porque todos somos gente para la demás gente, pero dentro, muy dentro de cada uno de nosotros somos almas que alejadas de la gente y todo, seguimos siendo gente... gente que siente, gente que no miente porque uno no se puede mentir a sí mismo; por eso somos almas que se juntan con otras almas para formar gente, pero cuando no hay otras almas basta con una sola que también es gente.


Ahora entiendo porque la justicia, la verdad, la calma, la transparencia y el amor son ciegos y es porque cuando primero se mira adentro luego es más fácil mirar afuera... Qué fácil es ver con los ojos cerrados aunque en verdad los tenga abiertos...