Cuando se piensa o se habla de Colombia casi siempre se hace referencia a conflicto, violencia, guerra, secuestro… Pero si nos detenemos a pensar un poco caeremos en la cuenta de que en parte ese referente que se tiene de nuestro país se lo debemos a los medios de comunicación.
Ellos son los encargados de hacer pública la realidad de nuestro país ¿pero cuál realidad están contando y de qué manera? Sería ilógico y absurdo decir que todos los medios publican la verdad tal cual es y no como ellos quieren que sea; es decir, en medio de la verdad y los encargados de publicarla están los intereses de terceros quienes deciden si esa verdad le conviene o no y por ende si es publicable o por el contrario se debe omitir.
Un medio de comunicación siempre es manipulado por poderes bien sean políticos, militares o ejecutivos; pero nunca un medio de comunicación (al menos en nuestro país) logra ser del todo independiente y es por eso que las verdades que nos dan a conocer no son del todo verdades.
Aquí es donde entra a desempeñar un papel importante la ética, la moral y la responsabilidad del periodista pues es el único que asume lo que dice, lo que publica; aunque muchas veces por encima de él se encuentran esos intereses y por eso su profesión se ve condicionada a decir lo que él no quiere decir, pero le toca porque trabajo es trabajo y en un país tan inestable como Colombia es mejor tener algo que nada.
Si imaginamos por un momento un medio de comunicación colombiano que no esté condicionado por poderes de ningún tipo estaríamos hablando de un mass media ideal y de una posición periodística objetiva, veraz, responsable y el periodista sería un verdadero dios de la verdad. Pero rara vez se verá este tipo de verdades tan utópicas en nuestro país; entonces aterricemos en la realidad y miremos a ciencia cierta cómo debe ser un comunicador o periodista ético y responsable en nuestros medios manipulados y acobardados:
Siempre es mejor decir algo, una verdad a medias, que guardar silencio; un periodista no está destinado a callar. Un periodista no debe tomar partido político en ningún caso; siempre debe estar de lado de la justicia, de la verdad y no dejarse condicionar por poderes políticos.
Frente a problemáticas propias como la desigualdad social, la violencia o el conflicto se debe humanizar el suceso; aquí el periodista debe ser neutral, justo. Lo anterior referente a la posición ética y en cuanto a la política más que nunca debe tratar de ser imparcial y no aprovecharse de las situaciones de conflicto para defender o atacar ideales políticos porque ello conllevaría a fortalecer el conflicto.
Ahora bien, en cuanto a soluciones un comunicador social o periodista no sólo puede sino que debe ayudar a encontrarlas porque un medio de comunicación mueve grandes cantidades de masas y puede cambiar los ideales de mucha gente en poco tiempo; pero todo esto se lograría si al menos se atrevieran a publicar lo que verdaderamente sucede.
Lo anterior suena bello, pero en un país donde cada ciudadano es asechado por el miedo nadie se atreve a hablar y todo aquel que se ha atrevido lo han obligado a callar. Las cifras demuestran que en los últimos 13 años han sido asesinados 125 periodistas en Colombia y una gran cantidad han tenido que buscar refugio en otras latitudes porque aquí se sienten perseguidos y su derecho a la libre opinión se ve bloqueado constantemente.
En conclusión me podría pasar toda la vida escribiendo las posiciones que debe tomar un comunicador o periodista frente a las problemáticas del país, pero basta decir con que sea objetivo, humano, imparcial y que ayude a buscar soluciones ya que tiene la posibilidad de transmitir su mensaje a mucha gente y de él depende cambiar mentes para bien o mal, pero lo importante es que se pronuncie.
Pero en un país como Colombia estamos condenados a guardar silencio, a vivir de cuentos, a creer en guerras antes que en políticos y a ver novelas antes que noticias; a hacernos los sordos aunque nos estalle una granada en el oído. Al parecer la puerta que invita a tomar una posición cada vez es más estrecha y nos estamos quedando cortos para hacerle frente al conflicto, un conflicto que si no se detiene podría llevar a la destrucción total de los ideales de un pueblo… uno sumido en miles de conflictos, uno llamado Colombia.
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