domingo, 30 de noviembre de 2014

Grito enmudecido

Saber tantas cosas y de repente un día ver cómo todo lo conocido se derrumba, pierde sentido y se desvanece su valor de realidad...

Toda la vida es una historia falsa, adornada de fantasía y cuentos mágicos. Cuando llegan los porqués y luego las respuestas, el panorama es aterrador; un telón negro que cubre todo y te muestra cruentamente la nueva realidad.

Hablar es inútil, aún lo es más gritar. En medio de tanto silencio sólo se escucha un corazón que late, débil, muy débil. Un leve sollozo también logra percibirse; todo muy adentro, muy suave, perceptible sólo en mi mundo particular.

Afuera, en cambio, ruidos sórdidos, algarabía descomunal y explosiones feroces que reflejan todo lo que el mundo es y lo que yo nunca he sido.

Adentro, una caja que hace tic toc de manera dolorosa, una mente que se retuerce de miedo y angustia, una voz que canta tristemente, una oscuridad espesa, una llamada perdida, un mensaje sin leer...

Extiendo mis brazos como quien está a punto de recibir un fuerte abrazo, pero sólo toco aire, vacío, nada. Empiezo a susurrar palabras y es mi mente quien responde, quien aconseja mal. Entonces pienso que es mejor callar.

¿Callar para qué? Para lo mismo que sirve gritar: para nada. Se acrecientan los ruidos afuera, se turban los silencios adentro y al final queda una mezcla de todo y nada.

Queda todo el dolor, todo el llanto, todo el deseo de huir. Queda nada del silencio, nada de paz, nada de alegría; queda ninguna compañía, ninguna luz, ninguna palabra. Queda todo afuera, queda nada adentro.

Desde adentro viene entonces un grito, uno que se ahoga a medio camino convirtiéndose en un suspiro de dolor. Lo llamo un grito enmudecido porque lo dice todo y nada, porque sale de muy adentro pero afuera se pierde. Su mensaje no es escuchado por nadie; ya no existe, fue efímero.

¡Grito! ¡Grito cada vez más fuerte! y así todo, afuera y adentro, forman entonces una misma algarabía descomunal.

La diferencia es que mis gritos siguen siendo enmudecidos y terminan en suspiros...


martes, 14 de enero de 2014

Cuida de mí

Cuida de mí, porque me tienes en tus manos.

Cuida de mí, porque estoy ilusionado, apretando mis labios deseando tu beso.

Cuida de mí, porque soy débil ante el brillo de tus ojos y la calidez de tu sonrisa.

Cuida de mí, porque tu abrazo me lleva a la locura.

Cuida de mí, porque podría matar o morir por ti en un acto heroico.

Cuida de mí, porque eres a quien quiero y deseo para compartir lo místico y lo real de tu silencio cuando me miras.

Cuida de mí, porque soy yo en ti cuando te sueño.

Cuida de mí en las noches, porque serán cómplices de todo el amor que quiero entregarte.

Cuida de mí en los días, porque serán eternos y brillarán para nosotros.

Cuida de mí en las penas y alegrías, porque en todo momento necesitaré de ti.

Cuida de mí aún en la distancia, porque así podré tenerte siempre presente.

Cuida de mí, desde hoy y hasta siempre.

Cuida de mí, porque yo prometo cuidar de ti, cuidar de los dos, cuidarlo todo. Y cuando estemos más allá de lo desconocido, prometo cuidar nuestras almas para que nunca olvidemos que en verdad nos amamos.