Desde su invención siempre se ha hablado del tiempo como aquel que rige y mide nuestras acciones cotidianas. Cuando se habla de tiempo se hace alusión a un reloj que muestra las horas y los minutos, algunos pocos hasta los segundos; y entonces el tiempo son 24 horas las cuales vivimos como si se tratara de una carrera de obstáculos en donde quien más hace es quien más aprovecha el tiempo.
Muchas personas se quejan de no tener tiempo, dicen que no les alcanza; y si todos gozamos de las mismas 24 horas ¿por qué a unos les rinde el tiempo y a otros no? ¿Acaso el tiempo es no hacer o hacer de más?
El tiempo se creó como una excusa perfecta, aparentemente coherente; así si no hago determinada cosa fue porque no me alcanzó el tiempo y eso se convierte en algo comprensible. Todo sería más fácil si tuviéramos la oportunidad de adquirir tiempo extra e incluso sería mucho mejor si el tiempo no existiera. De hecho no existe el tiempo como tal; el tiempo sólo existe en el imaginario de cada ser humano y es él quien lo administra, lo controla a su antojo.
Según lo anterior es incorrecto decir “no me alcanzó el tiempo” sino decir “no le di tiempo al tiempo”. Cada uno de nosotros somos los que regulamos nuestras acciones, determinamos su durabilidad, decidimos lo que queremos hacer o no en el tiempo que poseemos y si todo lo hacemos mecánicamente como un atleta que sólo se dedica a superar obstáculos y marcar récord en el menor tiempo posible pues haremos mucho, más no lo que realmente importa; porque siempre solemos darle más tiempo a lo que no trasciende, a lo que no nos involucra, a lo que no nos mueve, y para eso que realmente nos afecta simplemente no tenemos tiempo porque el tiempo también sirve para ocultar nuestros miedos, inseguridades, secretos... Pero eso que llamamos tiempo se va y nuestros fantasmas se quedan; por lo tanto es indispensable hoy y en todo momento darle tiempo al tiempo porque el tiempo es mucho más que 24 horas.
El tiempo es la manipulación de nuestra propia vida y en cada uno de nosotros está el manipularla bien o mal, o no manipularla. Sin tiempo no hay vida y sin vida no hay tiempo.
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