miércoles, 8 de mayo de 2013

Amar no es causa perdida


Hay días en los que el mundo me parece incomprensible, algo tan denso que pierde toda forma, color y magia.

Por extrañas circunstancias, mientras intentaba dormir en la noche, todas mis fuerzas me abandonaron, toda mi energía se fue detrás de un alma todavía más triste que la mía. Espero que sirva de algo todo lo que estoy dispuesto a hacer.

No hay nada qué hacer cuando la memoria empieza a fallar, cuando la duda acecha callada, cuando en medio de la noche la cama se congela, todos los sueños se van, y la oscuridad – la más negra – envuelve a un ser en completa incertidumbre.

Aún así quiero ser valiente, aún así quiero seguir luchando por aquello que creo justo y conveniente. Hoy el sol entró por la ventana de mi habitación, hoy el día brilla con claridad, pero sigo sin fuerzas. Algo más poderoso me tumba, sin embargo mi promesa es contundente y aunque estuviera a punto de morir seguiré luchando.

Esa lucha no será por mí, pero tengo motivos de peso para luchar. Tengo una sola razón para hacerlo: libertad. No la mía, ya la tengo.

Quiero libertad para un corazón prisionero que aunque ama, teme hacerlo de verdad. Es un corazón noble que sin mancha alguna, se siente sucio. Es un corazón herido, debilitado por las presiones, confundido por culpa de un torbellino de emociones. Es un corazón que amo y que lucha por amarme o dejarme, es un corazón que lucha por ser libre.

¡Pobre corazón! ¡Pobre alma! ¡Pobre ser! Que todavía recibiendo amor se siente miserable. Pero más miserables son aquellos que por soberbia humillan y van por la vida hiriendo injustificadamente; por ellos nos sentimos escoria, pero por ellos seremos fuertes, tan fuertes para vencer. Ellos son nuestros propios miedos hechos carne, todo aquello de lo que nos debemos deshacer.

Cada ser es dueño de su propio destino, cada quien es el protagonista de su propia historia. ¿Acaso creen que alguien en el universo puede dominar sobre el corazón de otro a la fuerza?

Aunque en un acto desesperado intentemos cambiar nuestra propia esencia para complacer a otros, en el fondo sabemos lo que somos y queremos. Ahí está el dilema, debemos tomar una decisión: cambiar para complacer a otros, o seguir siendo quienes somos a pesar de ser juzgados, señalados, perseguidos y rechazados.

¿Y qué hay del amor? Sólo cuando una persona tiene suficiente amor propio, es capaz de amar y luchar por otra, sin importar lo que pase, sin importar que duela, sin importar que puede perderlo todo en esa lucha; pues si duele es buena señal, si se pierde todo al menos queda la certeza de una lucha. Cuando hay amor verdadero, podrán interponerse murallas y océanos entre dos personas, pero su amor seguirá vivo. El amor nunca muere, sólo se transforma.

Cuando hay suficiente amor, se puede transformar en amistad, compañía, comprensión, libertad, sacrificio, incluso muerte o abandono. No hay acto de amor más grande que luchar por quien quieres, morir por quien quieres o dejar ir a quien quieres. Paradójicamente quienes menos reciben amor son quienes más aman.

Algunos tienen una idea romántica sobre el amor, creen que con el hecho de pasar una noche, bailar juntos y darse un beso, ya todo está dado. Pues se equivocan; es en los momentos críticos, cuando la desesperanza azota, cuando la costumbre cansa y el dolor llega, ahí en verdad pueden saber si realmente se trata de amor o un simple capricho.

Eso lo tengo claro porque ya sé diferenciar un capricho de un sentimiento verdadero, yo no lucharía tanto por un capricho. He aprendido a comprender tanto al amor, que ahora sé que puedo amar porque sí, que puedo amar cuando no me amen, que puedo amar desinteresadamente y fielmente, así tenga que luchar una y mil veces contra fantasmas, tormentos, confusiones y lágrimas; porque amar, más allá de exigir que ese amor vuelva a mí es hacer a la otra persona libre, porque el amor es para hacernos libres.

Todos anhelamos libertad, aún cuando muchos ni siquiera han sido prisioneros por amor ni por nada. Es cuando sentimos que algo oprime nuestro pecho, cuando no pensamos con claridad, cuando todo se vuelve en contra, cuando todo nos hace daño, cuando deseamos amar y ser amados pero no podemos, cuando intentamos sobrevivir y seguir adelante pero retrocedemos; es ahí cuando decimos que somos prisioneros. No hay nada más terrible que ser prisionero de uno mismo. 

Si nosotros mismos no nos liberamos, nadie más lo hará por nosotros aunque lo intente un millón de veces. Sin embargo, yo tengo la convicción de que podré darle libertad a ese pobre corazón que siento que me necesita, que sin ser del todo mío está unido a mí. Lo único que necesito es voluntad y tiempo.

El mejor amigo del amor es el tiempo, pues con el tiempo veremos si ese amor que ha nacido es verdadero y de qué está hecho. Aunque suene increíble, detrás del amor se esconde aún algo más profundo y cada persona en el mundo debe descubrir qué es.

Amar no es una causa perdida, porque cuando conocemos el verdadero sentido de amar sabemos que vale la pena porque es lo único que nos hace libres. Podremos tenerlo todo, pero si no tenemos amor no valemos nada. Si no somos capaces de amar y dejarnos amar, la vida misma será una causa perdida.

Yo he perdido muchas causas por las que he luchado; pero nada ni nadie hará que pierda mi lucha por amar, aún solo, aún lejos, aún en silencio, aún invisible, aún en medio de recuerdos, aún olvidado, aún muerto.

Gastaré todas mis fuerzas en amar, pues ya soy libre y te haré libre, no importa lo que pase conmigo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola. Tus comentarios son importantes y valiosos para mí, pues me ayudan a fortalecer mi crecimiento como autor, poeta y escritor. ¡Gracias!