Escribo para declarar el abandono en el que me ha dejado el más absurdo, corto, cruel, inevitable e intenso amor.
Siempre creí que quienes sufrían por amor eran tontos, hoy soy un tonto más que sufre por amor; ese mundo antes desconocido para mí, pero llamativo. Cuando conocí el amor comprendí muchas cosas del ser humano, luego todo se volvió tan complejo que terminé por confundirme más y llegar así nuevamente a la soledad.
Sonrisas, momentos, mariposas, besos, recuerdos que van muriendo lentamente con el pasar de las horas. Preguntas que no tienen respuestas, lágrimas que no encuentran consuelo, amargura con sabor a decepción, silencios y suspiros que se ahogan en pensamientos, así es el amor.
Ahora sé que no debo volver a hacer nada por alguien diferente a mí; eso de entregarse sin medida es más bien un acto suicida que satisface sentimientos de placer, despecho, pasión, consuelo, compañía, pero raras veces llena tanto como el amor.
El problema está en que la gente confunde al amor con otros sentimientos y cuando se desconfunde (yo diría más bien que cuando se confunde más) entiende que el amor es algo tan sublime que no merece engaños, máscaras ni disfraces. Por eso no existe amor sincero, porque todo el mundo tiene algo que ocultar; es decir, se oculta en el rostro bondadoso del amor para no mostrar su miedo, odio, despecho o deseo y a eso lo llaman amor.
Yo cuando tengo miedo digo que tengo miedo, lo mismo sucede cuando odio, deseo y amo; por eso raras veces digo “te amo” porque cuando lo digo lo hago con el corazón. Todo lo he hecho con el corazón, hasta las cosas malas. A todo le pongo corazón, la razón la dejo para cosas menos importantes.
Hoy quiero deshacerme de todo: mis pensamientos (muy vagos por cierto), mis sentimientos, mi pasado, mis sueños y pesadillas, mis dilemas, mis certezas, mi presente. El futuro no lo quiero escribir.
Soy un fantasma que se desvanece entre la gente sin comprender por qué hacen lo que hacen. Raras veces alguien puede verme, entonces intento hacer algo, un comienzo que me ayude a comprender, a sentir, no tanto a pensar, sólo a sentir. Lo paradójico es que siento, pero son sentimientos contrarios que chocan, se confunden, se pierden y mueren en el olvido.
El olvido, ese personaje que se queda con todo lo que se abandona, lo que no sirve, lo que no se recuerda, lo que no se quiere, lo que hace daño; hoy vino a mí ese olvido y me propuso ser su novio. Al parecer quiere que yo haga parte del olvido, que todos me olviden y yo olvidarme de todos y de todo.
Me voy con el olvido, no hice maletas, no compré tiquete de regreso, no quiero reparar mis pensamientos y mucho menos mis sentimientos. Me olvido hoy del tiempo, del pasado, del presente, del futuro, del amor, del odio, de la amargura, de la vida, de la gente, de mí…
Seré eternamente el novio del olvido, me quedaré en ese lugar de donde nunca debí salir. Me ocultaré de todo porque de ahora en adelante me convertiré en el olvido mismo, en el novio del olvido.
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