Ya no sé qué hacer. No quiero seguir durmiendo para escapar de todo esto; ya ni en sueños puedo descansar.
Siento algo en el pecho tan profundo que parece quemarme. Ahora todo me queda grande; volvió a mí el miedo de antes y de verdad no puedo más. Hasta la vida misma me queda grande.
La soledad me inspira miedo, me inspira angustia; me produce una tristeza tan honda que casi ni me deja respirar.
Ya no quiero vivir con fantasmas en mi casa ni en mi mente, ya no quiero vivir mirando paredes ni escribiendo en papeles, ya no quiero vivir solo ni esperando nada ni a nadie.
Si tan sólo Dios apurara el tiempo en mí, si cayera en cuenta de que aquí ya no hay nada que pueda hacer, que ni siquiera lo quiero hacer, no solo, no otra vez.
Me arrepiento tanto, de todo, de lo malo que hice, de todo lo que he hecho. Y siento una culpa, una inmensa; no la quiero cargar.
Ya no sé qué es vivir, ya no concibo la vida, no comprendo el mundo, ni su gente, ni yo mismo. No comprendo el sentido, si es que lo tiene, de seguir aquí sintiéndome tan solo, tan triste, tan vacío, tan frustrado, tan temeroso, sobre todo temeroso. Tiemblo de miedo.
Sí, me cansé de luchar, de hablar con la soledad, de escribir, de respirar, de dormir, de reír, de llorar... de vivir.
No volver a pronunciar palabras sería lo ideal; así nadie saldría herido, así nadie se alejaría; aunque igual lo hacen hable o no hable.
Mi condena es estar solo, pero no puedo más. Quiero ser libre, sentirme libre; vivir de una vez o morir, pero nunca solo, nunca más solo.
Siento algo en el pecho tan profundo que parece quemarme. Ahora todo me queda grande; volvió a mí el miedo de antes y de verdad no puedo más. Hasta la vida misma me queda grande.
La soledad me inspira miedo, me inspira angustia; me produce una tristeza tan honda que casi ni me deja respirar.
Ya no quiero vivir con fantasmas en mi casa ni en mi mente, ya no quiero vivir mirando paredes ni escribiendo en papeles, ya no quiero vivir solo ni esperando nada ni a nadie.
Si tan sólo Dios apurara el tiempo en mí, si cayera en cuenta de que aquí ya no hay nada que pueda hacer, que ni siquiera lo quiero hacer, no solo, no otra vez.
Me arrepiento tanto, de todo, de lo malo que hice, de todo lo que he hecho. Y siento una culpa, una inmensa; no la quiero cargar.
Ya no sé qué es vivir, ya no concibo la vida, no comprendo el mundo, ni su gente, ni yo mismo. No comprendo el sentido, si es que lo tiene, de seguir aquí sintiéndome tan solo, tan triste, tan vacío, tan frustrado, tan temeroso, sobre todo temeroso. Tiemblo de miedo.
Sí, me cansé de luchar, de hablar con la soledad, de escribir, de respirar, de dormir, de reír, de llorar... de vivir.
No volver a pronunciar palabras sería lo ideal; así nadie saldría herido, así nadie se alejaría; aunque igual lo hacen hable o no hable.
Mi condena es estar solo, pero no puedo más. Quiero ser libre, sentirme libre; vivir de una vez o morir, pero nunca solo, nunca más solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola. Tus comentarios son importantes y valiosos para mí, pues me ayudan a fortalecer mi crecimiento como autor, poeta y escritor. ¡Gracias!